Cuchillos que rasgan como rosas,
porque hay hombres desarmados
que no pueden mirar atrás
y adelante sólo hay llanos de espigas,
monumentos de cieno y cal
y un aviso de noche cayendo para siempre.
En el otro lado, el río hierve
con telas de color de herrumbre
y página que contienen demasiadas letras
que jugaron con vidas y relatos
hasta que desfiguraron la línea de los rostros.
Es el tallo que hay en mi mano,
el hierro clavado a mis pies,
es el sabor amargo que me habla
del espacio entre ayer y mañana.