Aguarda la cosecha
en estos campos rojos;
tres hombres con almas huecas
vigilan el volumen de las nubes
mientras sus mujeres desesperadas
se desgarran en abrazos de espina.
Ríe el forastero
de ojos de otromundo;
la tierra cultivada fue un señuelo
que ocultaba jaula y pedregales.
Vuestros amores no eran sinceros.
Pasos y risas, risas y pasos,
llevados por los vientos;
muertos y clavados
en nombre de la casa de metal.