Siente cómo se amontona lo suave,
con susurro de placidez.
Cómo desarma, cómo destruye
el resto de lo noble a través de su peso.
Lo suave nos ahoga con caricias
y con la ausencia de caricias:
envenena el interior,
quiere que dejemos la visión del astro
a cambio de sus momentos pasajeros
que devoran el corazón.
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