jueves, 18 de julio de 2013

La primera novela (I)


Aunque resulte contradictorio por mi opinión sobre los géneros, la primera novela que escribí no podía ser más que fantástica. Está claro que cualquier ficción escrita es fantasía, pero ésta comenzó como un relato corto de cinco a diez páginas que homenajeaba los rincones más crepusculares y olvidados de la fantasía, cuando estaba mezclada con el terror y, en menor medida, con la ciencia ficción: la weird fiction. Era una deuda que tenía que pagar a los grandes autores de lo extraño y lo fantástico.

El relato corto se convirtió en un relato largo, que luego conectó con otra historia, y así fue escalando hasta formar un todo novelado, porque una novela no puede dejar de ser un mundo contenido en sí mismo. Teniendo en cuenta lo que viene apareciendo bajo la etiqueta de novela fantástica, no es un texto demasiado extenso. Y desde luego, no pretendía que una primera novela fuera el comienzo de una saga, así que intenté contenerla y que tuviera un desenlace. O tal vez, varios desenlaces, uno por cada historia conectada dentro de un conjunto coherente. 

Como no me gustan las convenciones fantásticas, quería salir del género con cada historia que escribía. Así, las historias abandonaron los clichés, las guías, y fueron explorando sus propios terrenos. Muchos autores me influyeron en el estilo y en el contenido de la novela; a algunos de ellos los comentaré en futuras entradas. 

Cuatro años de sudor y de parones extensos (me costó adaptarme a la prosa, porque hasta entonces escribía sólo poesía) dieron como resultado una novela. No es todo de lo que soy capaz (he aprendido bastante y he seguido escribiendo desde que la finalicé hace un año), pero estoy orgulloso de la que fue mi primera hija. 

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