jueves, 27 de febrero de 2014

La primera novela (III)


Hace unas pocas entradas comenté las influencias principales de mi primera novela, así que es hora de continuar con las influencias secundarias más próximas. Y en las siguientes, pasaré a esbozar el contenido y el ambiente que la envuelve.

Siempre tendré elogios para Robert Ervin Howard, de quien tomé la visión oscura y primaria de un pasado legendario. Sus relatos los protagonizan personajes decididos enfrentados a fuerzas que les superan, y están llenos de la poesía crepuscular que refleja una época que ya no es mítica, que ya no puede serlo, habitada por gente que se mueve por sus intereses y pasiones carente de dualismos morales.

Quien no haya leído sus relatos sobre Conan, Kull o Solomon Kane y esté interesado en una visión distinta, feroz y carnal de la fantasía, no puede dejarlos pasar. El problema de este autor es que ha sido víctima de innumerables pastiches y reescrituras que han sepultado. Así que, quien esté interesado en sus relatos, debería acudir a sus versiones originales y evitar como la peste cualquier producto que se venda actualmente bajo el nombre de Conan (videojuegos, películas e incluso comics). Ninguno de ellos es fiel a un personaje que ha sido caricaturizado, víctima de maniobras comerciales para hacerlo accesible y convertirlo en cliché.

Un autor mucho menos conocido y que se ha prodigado poco en su faceta fantástica es León Arsenal. La obra Máscaras de matar resulta un refrescante viento sureño en un panorama dominado por autores y ambientacioens de corte anglosajón. León Arsenal nos presenta un mundo extraño y coherente, inconfundiblemente sureño, y evita los estereotipos que habitualmente plagan cada novela de fantasía. Sus personajes forman parte de una sociedad exquisitamente civilizada, bajo unos valores y cultura que en una perspectiva contemporánea serían considerados salvajes. La mejor novela fantástica de un autor español que se haya publicado en la última década en España.

Una influencia más sutil, y que parece mucho más alejada es la de Michael Ende.No sólo me influyeron mucho varios de sus libros que devoré cuando era niño, sino que sus escritos presentan una otredad de lo fantástico, una extraña familiaridad retorcida, compleja y muy poco infantil. Sus personajes son ricos y contradictorios, y esto también lo quería para mi primera obra.

Junto con la entrada anterior, éstas son las influencias más señaladas. Podría mencionar a Gustav Meyrink, a C. L. Moore, a R. Scott Bakker, a Borges, a Lord Dunsany o a Homero. Y otras muchas, porque todo lo que uno lee se acaba reflejando en lo que escribe. Sin embargo, ésas serían las más conectadas.

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